Adaptaciones óseas con el ejercicio físico (1ª parte)




Durante el entrenamiento se van a producir una serie de adaptaciones en el sistema neuromuscular, óseo y metabólico. Sin ánimo de ser exhaustivo veamos cuales se producen en el Sistema Óseo. Cuando realizamos cualquier tipo de actividad o de ejercicio físico se produce un desequilibrio de la homeostasis del organismo que va a provocar una serie de respuestas o adaptaciones de tipo y/o fenotípicas de carácter agudo (modificaciones FC, GQ, CO2-O2, rutas metabólicas) y adaptaciones de tipo crónico y dependiendo del deporte, estímulo e individuo van a pasar por una serie de fasesde duración determinada: Inicial de adaptación, adaptación específica, adaptación completa y readaptación. El concepto de adaptación está muy relacionado con el de estrés y provoca una serie de reacciones orgánicas específicas y apareciendo, en función del estímulo presentado, la adaptación, extenuación o inadaptación al mismo. Así aparecen dos términos indisociables: el Síndrome General de Adaptación (SGA) dividido en tres etapas: Alarma, Resistencia y Agotamiento y el de Supercompensación dividido en 4 fases: presentación del estímulo, restauración de la homeostasis, acumulación y desadaptación.

 ADAPTACIONES ÓSEAS

La práctica de ejercicio físico va a provocar una serie de adaptaciones en el sistema óseo. La propiedad para determinar la salud ósea es la fuerza ósea más que la densidad ósea y para el desarrollo de dicha fuerza se deben aplicar cargas mecánicas -de acuerdo con la Ley de Wolf - basadas en contracciones musculares determinadas.Las características que contribuyen a la fuerza ósea están basadas en aspectos cualitativos como la mineralización, morfología trabecular, elasticidad, daños por fatiga y porosidad y cuantitativos como la densidad mineral ósea (BMD) y el número y grosor de las trabéculas. La valoración de la BMD no determina los efectos agudos del ejercicio sobre el sistema óseo sino que es necesario examinar diferentes marcadores bioquímicos postejercicio. Así el tipo de ejercicio, la intensidad y el tiempo determinarán la formación de hueso y los marcadores de resorción y restauración del BAP,fosfata alcalina ósea (marcador más común usado para determinar la formación ósea). Con un gran componente hereditario a nivel embrionario, la forma definitiva que va adquirir el hueso depende de tres factores: la solicitación mecánica externa la nutrición y determinadas glándulas endocrinas (Tiroides y Paratiroides).

RESPUESTA, ADAPTACIÓN Y DESADAPTACIÓNES ÓSEAS CON EL EJERCICIO: CONCLUSIONES (1ª PARTE) 

* En adultos el ejercicio de pesas extenuante ha mostrado estimular la respuesta de recambio óseo, con un incremento de la actividad en la reabsorción ósea sobre la formación de hueso.
* Ejercicios de alta intensidad y bajo impacto pueden estimular la restauración ósea tras 5 minutos y 24 horas después de finalizar el ejercicio pudiendo beneficiar este tipo de ejercicio a aquellos sujetos a los que el ejercicio de alto impacto está contraindicados.
* Los marcadores no se ven incrementados tras 30 min de ejercicio en bicicleta de alta intensidad en niños, pero cuando se realizan ejercicio de impacto (pliometría) en niños y adultos, ambos muestran un aumento de los marcadores. Los niños tienen una mayor respuesta de recambio óseo que los adultoslo que sugiere que durante el crecimiento, la actividad celular del hueso es más sensible a los estímulos mecánicos.
* El final de la infancia y la adolescencia es una ventana para el desarrollo óseo y el ejercicio de alto impacto (saltos) muestra grandes beneficios sobre la estructura ósea y la mineralización.
* Las cargas originan un incremento de formación ósea en las zonas donde se ha aplicado la misma, mientras que las áreas sin pico de carga, muestran valores bajos de formación e incluso un incremento de la resorción ósea.
* Solo los estímulos dinámicos ocasionan una respuesta osteogénica, mientras que las cargas estáticas no inducen la formación de nuevo hueso.
* Si la magnitud o el número de cargas es muy elevada se puede provocar fatiga ósea y el tejido dañado. El hueso es un tejido vivo, que necesita ser estimulado para ser fuerte y que puede manifestar fatiga muy rápidamente y especialmente si la intensidad de los impactos es alta.
* La mayoría de ejercicios atléticos originan un aumento localizado de la BMD.
* Los deportistas de culturismo, judo y rugby muestran un mayor BMD que los no practicantes.
* Las adolescentes muestran una mayor BMD tras un año de gimnasia que las nadadoras, las cuales muestran un valor similar a las no entrenadas.
* Los tenistas presentan una mayor BMD en el brazo dominante comparado con el no dominante debido a los impactos repetidos.
* Los deportes eminentemente aeróbicos (caminar, correr) originan pequeñas ganancias de masa ósea porque el cuerpo no está sometido a impactos. La actividad física debe de ser de alta carga e impacto para estimular la formación de hueso.
* Los primeros minutos del ejercicio de impacto estimulan la formación de hueso. Los osteocitos envían señales químicas para estimular la formación de hueso. Sin embargo, el hueso se fatiga rápidamente y especialmente si la intensidad de los impactos es elevada.
* 10 min de carrera tienen los mismos efectos que 1 hora. Por ello se propone el uso de entrenamiento interválico (fases de trabajo y de recuperación). La inclusión de periodos de recuperación incrementa los efectos positivos de 5 a 8 veces.
* Además de la fatiga producida, caminar o correr presenta otro inconveniente y es que las fuerzas de impacto son relativamente bajas. El entrenamiento interválico puede paliar la fatiga, y los periodos de descanso entre cargas pueden incrementar la respuesta osteogénica.


Bibliografía:

  • Apuntes de Kinesiología: Fisiología del Ejercicio. 
  • Apuntes de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte. 
  • Artículos para consultar sobre adaptaciones óseas con el ejercicio físico.  


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