Resumen
La evidencia epidemiológica sugiere que la actividad física regular puede ejercer un efecto protector frente al cáncer de mama. Sin embargo, persisten interrogantes sobre qué tipos y dominios específicos de actividad física tienen mayor impacto en la reducción del riesgo. El estudio de Lahmann et al., publicado en Cancer Epidemiology, Biomarkers & Prevention (2007), explora esta relación en una amplia cohorte multicéntrica europea. A través del análisis de datos del estudio European Prospective Investigation into Cancer and Nutrition (EPIC), se investigó la asociación entre distintos tipos de actividad física y la incidencia de cáncer de mama en mujeres premenopáusicas y posmenopáusicas.
Introducción
El cáncer de mama es el tipo de cáncer más frecuente en mujeres a nivel mundial. Diversos factores hormonales, reproductivos, genéticos y de estilo de vida influyen en su desarrollo. Entre estos, la actividad física ha sido propuesta como una estrategia no farmacológica con potencial preventivo, posiblemente mediado por mecanismos hormonales, inmunológicos, metabólicos y antiinflamatorios.
Aunque estudios previos han demostrado una asociación inversa entre actividad física y riesgo de cáncer de mama, la magnitud de este efecto varía según el tipo de actividad, la intensidad, la duración, el momento en el ciclo vital, y el estado menopáusico. El estudio de Lahmann et al. busca clarificar estas relaciones en una muestra diversa de mujeres europeas.
Objetivo
Evaluar la asociación entre distintos tipos de actividad física (doméstica, recreativa y laboral) y el riesgo de cáncer de mama en mujeres premenopáusicas y posmenopáusicas, mediante el análisis de datos del estudio EPIC.
Metodología
Se realizó un estudio prospectivo con una cohorte de 218.169 mujeres, de entre 20 y 80 años, residentes en nueve países europeos, incluidas en el estudio EPIC (European Prospective Investigation into Cancer and Nutrition).
Durante un seguimiento medio de 6,4 años, se identificaron 3.423 casos incidentes de cáncer de mama invasivo.
Las participantes proporcionaron datos mediante cuestionarios estandarizados, abarcando:
- Actividad física en tres dominios: doméstica, recreativa y laboral.
- Datos sociodemográficos y de salud reproductiva: edad, tabaquismo, consumo de alcohol, edad de la menarquia, edad al primer parto, uso de anticonceptivos orales y terapia hormonal sustitutiva.
- Los niveles de actividad física se estimaron mediante equivalentes metabólicos (METs) y se clasificaron por cuartiles.
Se utilizaron modelos de regresión de Cox multivariantes, ajustados por los principales factores de confusión, para calcular los hazard ratios (HR) y sus respectivos intervalos de confianza (IC 95%).
Resultados
- Se observó una asociación inversa entre el nivel general de actividad física y el riesgo de cáncer de mama en mujeres posmenopáusicas (p tendencia = 0.06).
- La actividad física doméstica fue el único tipo de actividad significativamente asociado con una reducción del riesgo de cáncer de mama tanto en mujeres posmenopáusicas (HR: 0,81; IC 95%: 0.70–0.93; p tendencia = 0.001) como premenopáusicas (HR: 0,71; IC 95%: 0.55–0.90; p tendencia = 0.03).
- La actividad física profesional y recreativa no mostró una asociación significativa con el riesgo de cáncer de mama en ninguno de los grupos.
Discusión
Este estudio, con una de las mayores cohortes europeas disponibles, proporciona evidencia adicional sobre el papel protector de la actividad física en la prevención del cáncer de mama, especialmente en mujeres posmenopáusicas. Un hallazgo notable es la relevancia de la actividad física doméstica, en contraste con la actividad recreativa o profesional, que no mostró efectos estadísticamente significativos.
La actividad doméstica, aunque de intensidad generalmente baja o moderada, puede representar una fracción importante del gasto energético total en mujeres, especialmente en aquellas no laboralmente activas. Esto sugiere que el beneficio protector puede depender más del volumen acumulado de actividad que de su tipo o intensidad.
Los mecanismos potenciales incluyen la reducción del tejido adiposo (y por tanto, del estrógeno circulante), la mejora de la sensibilidad a la insulina, la disminución del estrés oxidativo y la modulación de factores inflamatorios y del sistema inmune.
Conclusiones
El estudio de Lahmann et al. refuerza la importancia de la actividad física habitual, en particular la actividad doméstica, como factor protector frente al cáncer de mama. Aunque se requieren más estudios para dilucidar los mecanismos específicos y el impacto diferencial según la intensidad o el contexto de la actividad, estos resultados subrayan la necesidad de promover la actividad física en todas sus formas como estrategia clave de salud pública para la prevención del cáncer en mujeres de todas las edades.
Implicaciones para la salud pública
- La promoción de actividad física debe considerar no solo el ejercicio estructurado, sino también las actividades cotidianas como el trabajo doméstico.
- Las intervenciones preventivas deben adaptarse a los contextos culturales y sociales en los que las mujeres desempeñan distintos tipos de tareas físicas.
- Es fundamental seguir investigando el papel de la actividad física acumulada en la reducción del riesgo de diferentes tipos de cáncer.
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