Ejercicio Físico y salud cardiovascular



Numerosas organizaciones e informes evidencian científicamente la vinculación entre la actividad física regular y la mejora de la salud cardiovascular. Las conclusiones de estos es que las personas más activas tienden a desarrollar menos enfermedades coronarias (CHD) que las personas sedentarias. Además estos estudios han documentado cómo la actividad física tiene un efecto coadyudante en el tratamiento de diferentes enfermedades crónicas no cardiovasculares como la hipertensión, osteoporosis, cáncer, diabetes, etc. teniendo una mayor tasa de mortalidad en aquellas personas con un nivel de condición fisica bajo. Sin embargo, a pesar de las evidencias la gran mayoría de las personas sigue siendo sedentaria y quien lo realiza no está correctamente asesorado.


¿Qué beneficios tiene el Ejercicio Físico?
Un estilo de vida sedentario es uno de los 5 principales factores de riesgo junto la alta presión arterial, lipidosis, tabaquismo, obesidad y enfermedad cardiovascular. Estos estudios científicos muestran que la reducción de estos factores de riesgo disminuye la probabilidad de tener un ataque al corazón o sufrir un derrame cerebral. Así el ejercicio regular ayuda a bajar de peso y la presión arterial, los niveles de colesterol "malo", de lipoproteinas de baja densidad (LDL) así como a aumentar los niveles de colesterol "bueno", de lipoproteinas de alta densidad (HDL), en los diabéticos la actividad física regular favorece la captación de insulina para controlar los niveles de glucosa en sangre, etc. Un programa específico de Ejercicio Físico junto con otros cambios en el estilo de vida como una correcta nutrición, dejar de fumar y el uso equilibrado de medicamentos tiene un gran efecto sobre la persona.

Beneficios del ejercicio regular sobre los factores de riesgo cardiovascular
Entre algunos de los beneficios del ejercicio físico se encuentran:
  • Reducción del peso corporal.
  • Reducción de la presión arterial.
  • Reducción del colesterol malo (LDL) y total.
  • Aumento del colesterol bueno (HDL).
  • Aumento de la sensibilidad a la insulina.
  • Aumento de la respuesta al ejercicio.
Asimismo los beneficios fisiológicos del ejercicio son evidentes: mejora de la función muscular de la fuerza  y la mejora de la capacidad aeróbica, con lo que al mejorar el transporte de gases y nutrientes las actividades diarias habituales podrán ser realizadas con menos fatiga, siendo de gran importancia este hecho para los pacientes con enfermedad cardiovascular al tener una condición física menor que la de las personas sanas. Existen evidencias de que el ejercicio físico mejora la capacidad de dilatación de los vasos sanguineos con lo que existe una mejor capacidad de proporcionar oxígeno a los músculos. Otros estudios sugieren la mayor fuerza muscular y flexibilidad en la realización de las tareas cotidianas tras la realización de programas de ejercicio y una menor probabilidad de tener dolores de espalda y de incapacitación, en particular entre los adultos mayores.

Los pacientes con enfermedad cardiaca que participan en programas de ejercicios vuelven más rapidamente al trabajo acompañándose de otras mejoras en su calidad de vida, confianza en si mismo, menor estrés y ansiedad. Así investigadores han comprobado que tras la realización de programas específicos de ejercicio físico por pacientes de ataque cardiaco la tasa se redujo entre un 20 y 25% y han mejorado su capacidad aeróbica y se ha producido remodelación cardiaca postinfarto.

¿Cuánto ejercicio es suficiente?

Diferentes artículos establecen por lo menos 30 minutos de actividad moderada todos los días de la semana, incluyendo actividades como andar, trabajar en el jardín, montar en bicicleta o nadar. Esta actividad supondría una intensidad media entre 3 y 6 MET o aproximadamente entre 600 y 1200 calorías a la semana. Esta duración es siempre entendida como mínima por lo que las personas que superan este tiempo con otro tipo de actividades presentan beneficios sustanciales para la salud. En muchos estudios se establece esa duración entre 60 y 90 minutos de ejercicio continuo de 3 días por semana con una intensidad entre el 60% y el 75% RFC pudiéndose reducir los episodios de enfermedad cardiaca entre un 30 y un 40%.

Existen estudios que demuestran como la mortalidad se reduce entre quienes pasan de ser sedentarios a moderadamente activo mientras no tanto si pasa de ser activo a muy activo. En el estudio realizado por Myers J. et al. sobre la capacidad de ejercicio y la mortalidad entre los hombres (N engl J Med, 2002; 346:793 - 801)se definieron una serie de 5 grupos de nivel de entrenamiento entre 6213 hombres por un periodo de 6 años a los que se les estudio la condición física previa figurando como "predictor" el hecho que tuviera más influencia dicha condición física que los factores de riesgo como el tabaquismo, la presión arterial alta y la diabetes. Así, aquellos con menor condición física tenían un riesgo de mortalidad 4,5 veces mayor que los que tenían mayor condición física.

Pero esto no es siempre así, porque el ejercicio debe de cumplir con los umbrales de intensidad que modifiquen efectivamente progresivamente nuestra condición física. Cómo hacerlo, cuándo hay que comenzar y cuales son los riesgos en poblaciones con cardiopatía lo dejamos para otra entrada.


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